FERNANDO CASTRO FLÓREZ

EL IMAGINARIO PERVERSO DE RICARD CHIANG


Enfangados en una situación estética de liberalismo (el imperio de la obviedad y, por supuesto, de la banalidad esdrújula), cuando cualquier tipo de composición recurre, _ monótonamente, al bricolaje, parecería como si la pintura hubiera perdido su "última partida" y tan sólo restara un ánimo propio de sepultureros. Sin embargo, más allá de las anteojeras curatoriales pueden encontrarse proyectos pictóricos de verdadera intensidad, situados, ciertamente, fuera de los patrones ideológicos imperantes (aunque con propiedad no existe tal "ideología" sino un cinismo extremo, esto es, una neurosis adaptativa preocupante). Podría pensarse que el maniqueísmo excluyente de la estilística espectacularidad del "bimetalismo" es simétrico a la voluntad fundamentadora de algunos teóricos que convierten a la pintura, como si fuera metafísica originariedad, en una especie de dominio decorativo, incapaz de estar a la altura de la consumación del nihilismo. Nuestra saturación de códigos obliga, en buena medida, a la experiencia artística a tomar posiciones con respecto a la hibridación que no es meramente la que tiene que ver con la aproximación (o disolución) de lo pictórico con lo fotográfico o su dimensión expandida en lo instalativo, sino también una síntesis de procesos teóricos y obsesiones, en una atmósfera que me atrevo a caracterizar, en terminología analítica, como perversa.
Los planteamientos de Ricard Chiang, con una tendencia explícita al goticismo1, guardan relación con ese proceso de perversión estructural al que me refiero. Junto a un gusto por lo "negro", esa territorio encarecido poetizado desde Baudelaire como característico de lo moderno, Chiang realiza una fusión de lo inquietante y de la más rara ternura, desplegando una situación teatral con niños enmascarados terroríficamente, llevando como muñecos esqueletos, localizados en espacios arquitectónicos de pesadilla. Este artista que declara ser partidario de lo que denomina un "clasicismo contemporáneo"3, articula una estética con puntos de contactos evidentes con la sensibilidad romántica4, sin caer por ello en el revivalismo o el pastiche, antes al contrario, consigue imponer imágenes completamente novedosas, de una radicalidad digna del mayor de los elogios.
El espectáculo de la perversidad y la traición5 se resuelve en el arte en el lugar incalificable del yo disuelto (el disoluto), donde el lenguaje no puede apelar a aquel garante del sentido y la coherencia que nombramos como Dios; tan sólo persiste el cuerpo como el territorio sobre el que lenguaje (delirante) de la teología puede ejercerse (pienso en el cuadro de Chiang con las monjas sosteniendo a una joven que ha ido dejando caer de su mano unos mínimos esqueletos, o el autorretrato crucificado o en la virgen con piercing), eso si convertido en pura perversión y arrastrado al descentramiento. "La perversión tanto de la teología como del cuerpo en la pornografía es la única regla posible de la vida o. La transgresión del perverso es una exigencia inevitable para "hacer sentido" sin renunciar al sin-sentido de la vida. Klossowski entiende que esta aprehensión de la existencia no es otra cosa que la captación de la eternidad por medio de los simulacros del arte y la religión, en una experiencia que no es grandilocuente, sino, al contrario, paródica o incluso pura pantomima.
En muchos cuadros de Chiang aparece lo que, en términos freudianos, se denomina lo siniestro, un fondo desconocido emerge de improviso en la superficie de lo familiar, produciendo un desvanecimiento de la certeza cotidiana. Un caso característico de lo inhóspito es la sensación de que lo inanimado, por ejemplo, un muñeco, cobre vida7. Rilke habló de las muñecas como seres sin corazón que cedían su cuerpo a uno más poderoso, abierto a lo desconocido, formas que enseñaban el silencio, no guardaban el recuerdo de ninguna caricia. La proximidad a la tierra buscada por la poeta, era para el muñeco, la naturalidad de estar en el suelo. Para el niño, el muñeco estaba siempre perdido, oculto, en ocasiones sospechaba que los mayores, celosos, le apartaban de su lado8. Desde la muñeca sometida al sadismo de Belimer hasta Pepa assasina IV (1995) de Chiang se teje una narración sórdida en la que los temores de la infancia y, sobre todo, la proyección turbulenta del presente comprometen, frontalmente, a la mirada del espectador: le entregan lo extremo. Esos seres en pijama (Esplai nocturn, 1996) con los rostros enmascarados, salen a la calle persiguiéndose, amenazadores con cuchillos en las manos, gritando en un espacio en el que no puede haber compasión.
Con todo la violencia simbólica de Chiang deja un rastro de enigmática belleza, en sintonía con aquella pasión de lo monstruoso de la que hablara Antonio Saura9. Ricard Chiang alude a la violencia, específicamente humana, como una suerte de sofisticación, en la que aparecen los monstruos: "A mi de pequeño me producían terror las pesadillas, donde las muñecas de mi hermana me perseguían con cuchillos y tenedores para matarme y comerme. No deja de tener un lado tierno y cómico. El terror y el humor están muy asociados". Es cierto que, a veces, la risa brota ante lo horrible e incluso las bromas pueden llevar a una oscuridad muy difícil de describir: un ámbito grotesco donde lo casual y arbitrario de lo feo son llevados a la transfiguración de lo cómico10. La profunda pasión del terror que encontramos en esta obra lleva a lo que podría denominarse lo sublime negativo, ese "satanismo" que genera la catarsis desde lo "cómico absoluto 12,
Las figuras de este creador están en una exterioridad despojada: navegan en un barco realizado con la hoja de un periódico (Vaixel de paper, 1995), permanecen en pie ante el muro de una cárcel (Condemnat, 1996) o son muertos que entre las manos tienen unas mustias flores (Momies II, 1996). Foucault señaló que la muerte da acceso a la indefinida repetición del comienzo, a la transparencia reciproca del origen y la muerte. "El lenguaje no es ni la verdad ni el tiempo ni la eternidad ni el hombre, sino la forma siempre deshecha del afuera"13. El lenguaje recobra, en este afuera, la mirada deseante y mortal de Orfeo14, la oscilación entre atracción y repulsión, el afán de volverse hacia el rostro prohibido que hurta la mirada. "Los enigmáticos personajes de Ricard Chiang deambulan silenciosos por extraños desiertos urbanos y se pierden, en ocasiones, en intrincados laberintos, bañados por una tenue y mortecina luz-ecos de pan de oro y plata de chatarrero- que impregna la escena de un sentido reverencial y sacrosanto"15. Debemos tener presente la identidad esencial, vale decir etimológica, de lo sagrado y lo execrable16, algo manifiesto en algunas profanaciones de Chiang.
Este artista subraya que a veces la mayor crueldad procede de los niños. Chiang tortura a las muñecas en una especie de ajuste psíquico de una pasado que en realidad es una narración propicia17. "Me atraen —advierte Chiang- aquellas cosas que me repelen. Lo repulsivo es atractivo".
Esta pintura que atrapa las sensaciones18 ambivalentes, llega al motivo de la abyección que, como sabemos, está emparentado con la perversión19. La visión, en uno de los cuadros de Chiang, de la mujer "virginal" sodomizada por una bestia, introduce un sentido subversivo de la sexualidad, cercano a los planteamientos de Bataille que considera que la dialéctica de transgresión y prohibición es la condición y aún la esencia del erotismo. Campo de la violencia, lo que acaece en el erotismo es la disolución, la destrucción del ser cerrado que es un estado normal en un participante en el juego. Ante la desnudez, Bataille experimenta un sentimiento sagrado en el que se mezclan fascinación y espanto, en él surge la equivalencia con el acto de matar: el sacrificio (horror vertiginoso y ebriedad)20.
La obra de Ricard Chiang es un ejemplo perfecto de la determinación de la emoción estética en la presencia de lo horrible y, por supuesto, de una resolución de ese territorio paralizante que es el del miedo. "Todos tenemos —afirma Chiang- miedos más o menos conscientes. La muerte es un tema universal que se refleja en todas las culturas y en todas las artes, desde las más refinadas al folklore popular a los cuentos de niños. La crueldad es innata en el hombre y en todos los animales, pues en algunas situaciones se necesita ser violento para sobrevivir". La representación siniestra de Ricard Chiang le ha llevado hasta el terreno de la escatología, pintando, recientemente, wáteres sucios y mujeres puras en lo que el denomina la atmósfera de la imaginación hereje21, pero como, acertadamente afirma Pilar Ribal, pinta tan bellamente, "tan depurada y rigurosamente que es capaz hasta de convertir lo siniestro en hermosura y la maldad en ternura"22. Este creador, cercano a lo macabro, pero también con visión divertida de la vida23, en un limite impreciso entre la pesadilla y la vigilia24 ha formulado, consciente o inconscientemente, una nueva imagen de la muerte niña25, mezclando los deseos más turbulentos con una radiografía de aquello que creemos lo "último" y sin embargo es la semilla que nos constituyo.

Fernando Castro Flórez

1 Pilar Ribal ha subrayado que Chiang es un "gran conocedor de la pintura gótica primitiva ("mal dibujada y sin perspectiva, lo que me encanta")" (Pilar Ribal: "El lado oscuro. Ricard Chiang, un artista inclasificable" en El Día del Mundo, Mallorca, 23 de
Noviembre de 1997, p 70). Conviene tener en cuenta la redefinición que se hace de la estética siniestra y el goticismo en Gothic.
Transmutations of Horror in Late Twenhoth Century Art, The Institute of Contemporary Art, Boston, The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1997.
2 "Chiang pinta escenografías intemporales e inquietantes, que contienen todo el misterio y toda la poesía, que son alucinantes y atractivas como esas muñecas asesinas con dientes largos y afilados, como esas demonias y esos monigotes que, curiosamente, nos parecen indefensos y casi tiernos -en su miseria- cuando nos detenemos a mirarlos" (Pilar Ribal: "Un artista autentico. Ricard Chiang, o "la fascinación por el lado oscuro"" en El Día del Mundo, 1 de Noviembre de 1997, p 74).
3 Ricard Chiang entrevistado por Carme Castells: "Si haqués d'intervenir a la Seu, feria vertaderes monstruositats" en Diari de Balears, Mallorca, 11 de Julio del 2001, p 83.
4 "És, certament, propi d'una actitud romántica la fascinació per la mort ¡ I'existencia de l'anomenada "via misteriosa"" (Pilar Ribal: "La capritxosa fascinació per la cara obscura" en Ricard Chiang, Ajuntament de Calvia, (itinerante), 1997).
5 "El espectáculo que la perversidad se ha dado a si misma y nos ha dado entregando la palabra y el cuerpo a la multiplicidad de los reflejos se resuelve bajo la forma de un cuadro vivo: el movimiento transformado en inmovilidad, la inmovilidad encerrando la posibilidad del movimiento. El arte se ha hecho posible" (Juan Garcia Ponce: Teología y pomografia. Pierre Klossowshi en su obra: una descripción, Ed. Era, México, 1975, p. 80).
6 Juan Garcia Ponce: Teología y pornografía. Pierre Klossowski en su obra: una descripción, Ed. Era, México, 1975, p
7 "E. Jentsch destacó, como caso por excelencia de lo siniestro, la "duda de que un ser aparentemente animado, sea en efecto viviente; y a la inversa: de que un objeto sin vida esté en alguna manera animado", aduciendo con tal fin, la impresión que despiertan las figuras de cera, las muñecas "sabias" y los autómatas" (Sigmund Freud: "Lo siniestro" precediendo a E.T.A. Hoffmann: El hombre de arena, Ed. Jose de Olañeta, Barcelona, 1991, p 18).
8 Me he ocupado de esta cuestión en Fernando Castro Flórez: "El alma de las muñecas" en Elogio de la pereza. Notas para una estética del cansancio, Ed. Julio Ollero, Madrid, 1992, pp 93-101.
9 "Pues el monstruo, como la crueldad, dejan de serlo cuando el arte los transforma en fenómenos de intensidad y de belleza, siendo necesidad, para algunos la más profunda y escondida, de alcanzar tales fines" (Antonio Saura: "La mirada cruel. La crueldad sublime y lo monstruoso" en Fijeza. Ensayos, Galexia Gutenberg, Circulo de Lectores, Barcelona, 1999, p 158).
10 Cfr. Karl Rosenkranz: Estética de /o feo, Ed. Julio Ollero, Madrid, 1992, p 282.
11 "Si l art és pació i una de les passions humanes més poderoses és la de la por, el terror, la seva máxima expressió, associant normalment a la idea de l'obscur i de la nit, és una de les fonts del sublim negatiu" (Pilar Ribal: "La capritxosa fascinació per la cara obscura" en Ricard Chiang, Ajuntament de Calvia, (itinerante), 1997).
Cfr. Gianni Carchia: "Lo "cómico absoluto" y lo "sublime invertido"" en Retórica de /o sublime, Ed. Tecnos, Madrid, 1994' p 146. 3 Michel Foucault: El pensamiento del afuera, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1988, p 30.
14 Cfr. Maurice Blanchot: El espacio literano, Ed. Paidós, Barcelona, 1992, pp 161-166.
15 Joan Carles Gomis: "La seducción de las muñecas" en Ricard Chiang, Galería Magdalena Baxeras, Barcelona, 1998. 15 Cfr. Rene Girard: La violencia y /o sagrado, Ed. Anagrama, Barcelona, 1983, pp 9-45.
7 "En un principio de mi vida las muñecas me deban bastante miedo. Y ahora puedo torturarlas, sin que se quejen ni me denuncien" (Ricardo Chiang entrevistado por Pilar Ribal: "Con técnica lo puedes hacer todo, incluso prescindir de ella" en El Mundo/EL Día de Baleares, Mallorca, 20 de Enero del 2000, p 13.
18 "Tots aquets trets fen que les pintures d'aquest artista capturin els nostres sentits i emocions i, malgrat la posible impotencia, crueltat, soledet, sofriments o angoixes que destillen els seus personatges, ens sentim temptats a tornar a mirar-les una vegada i una altra" (Pilar Ribal: "La capritxosa fascinació per la cara obscura" en Ricard Chiang, Ajuntament de Calvia, (itinerante)' 1997).
19 "Lo abyecto está emparentado con la perversión. El sentimiento de la abyección que experimento se ancla en el superyó. Lo abyecto es perverso ya que no abandona ni asume una interdicción, una regla o una ley, sino que la desvía, la descamina, la corrompe" (Julia Kristeva: Poderes de la perversión, Ed. Siglo XXI, México, 1988, p. 25).
20 Cfr. Georges Bataille: Las lágrimas de Eros, Ed. Tusquets Barcelona, 1997, p. 244.
21 Cfr. Pilar Ribal entrevista a Ricardo Chiang: "Con técnica lo puedes hacer todo, incluso prescindir de ella" en El Mundo/EL Día de Baleares, Mallorca, 20 de Enero del 2000, p. 13.
22 Pilar Ribal: "Ricardo Chiang: tierna maldad" en El Mundo/EL Día de Baleares, Mallorca, 20 de Enero del 2000, p. 13.
23 Hablando de su estilo, señala Chiang: " M'agrada és divertit i sóc una mica macabre. La veritat és que sóc un nin macabre, per aixo faig servir aquest doble joc del dibuix infentil i els temes més foscos" (Ricard Chiang entrevistado por Ll. R.: "Sóc un nin macabre" en Diari de Balears, 9 de Agosto de 1998).
24 y con la sangre helada en nuestras venas, muñecas asesinas, calaveras andantes, demonios, angelitos o refugiados varios se enzarzan - inmersos siempre en una atmósfera inquietante y aterradora- en diálogos infinitos y debaten y disertan en torno al aislamiento y la soledad, la incomunicación y el absurdo, mientras que otros, erre que erre, prosiguen -ad infinitum- sus particulares y minúsculas revoluciones, en las que no es posible discernir jamás donde empieza el sueño y acaba la vigilia" (Joan Carles Gomis: "La seducción de las muñecas" en Ricard Chiang, Galería Magdalena Baxeras, 1998).
25 Me refiero a esa iconografía, pictórica y fotográfica, desarrollada en México, en la que los niños muertos son vestidos como angelitos, cfr. Gutierre Aceves Piña: "La muerte niña" en La muerte niña, Museo de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público,
Antiguo Palacio del Arzobispado, México, 1998.